viernes, 8 de octubre de 2010

Un buen amigo...

Soy una persona que todos los días, por las ciscustancias, o por lo que sea, me paso muchas horas del día sólo; entonces, por lógica, cuando en todo ese tiempo que te pasas sólo, que no hablas con nadie, es cuando la cabeza no para de girar y no sabes en que pasar el tiempo. Pero, gracias a un buen día que coincidí con un buen amigo y me dijo: “Pepe, te voy a hacer un Blog, por que yo se que a ti te gusta escribir poemas, y así, cuando estés aburrido, escribes lo que quieras, verás como te distraes y nos entusiasmas a todos”. Yo de por si llevaba tiempo queriéndomelo hacer, pero por problemas informáticos no me atreví, ahora que lo tengo gracias a este amigo, se que si tengo un problema él siempre está dispuesto para tenderme la mano.
Esta gran persona es Jesús (Jesús Benítez). Además de ser periodista, es un gran escritor, un gran poeta, todo aquel que pueda entrar en sus escritos, en sus poemas, que lo haga que no tiene desperdicios, es un hombre que todo lo que hace lo hace con lagrimas del alma, por eso precisamente haya tenido algún problema que otro, a lo largo de su vida, por ser un hombre justo y, no dejar guardadas en su interior tantas injusticias que hay en la vida.
No quiero decir que sea un santo, tendrá sus defectos y, se equivocara como todos los humanos. Lo que él no puede guardar es el silencio, porque cuando se lleva algo en tu interior que le esta perjudicando a muchas personas que se encuentran impotentes por culpa de esos poderosos sin escrúpulos, no te puedes callar. Estás obligado a manifestarte. Nadie es nadie para atentar contra los sentimientos de una persona, pero esto por desgracia está ocurriendo a diario.
Hay que leer lo que escribe Jesús Benítez yo no solo leo cada vez que puedo sus escritos, que también cuando me encuentro con él en la calle hecho mis buenos ratos hablando con el, por que me parece una persona correcta y, además siempre aprendo algo de él, por que es una persona sencilla, humana y con una cultura sobresaliente, prudente y bien domado como dice la canción de Víctor Manuel. Y digo bien domado, por que ha tenido muy buenos padres y se ha educado con buenos profesores.

Muchas veces de las que he encontrado con él, hemos tocado varios temas. Una de las veces surgió hablar de política y, me contesto “Pepe” yo nunca me he dejado llevar por partidos políticos, ni colores, solamente me cae muy mal y me indigno cuando veo que a alguien, fuese quien fuese, lo traten injustamente y, a la vez quieran engañarle; y hacerle comulgar con ruedas de molino.

© José Corrales Ardila

Foto: Jesús Benítez

DÓNDE ESTÁN, QUIÉNES SON

Vamos a rodar esta película,
de apaches y pistoleros,
haber quiénes son los malos,
haber quiénes son los buenos.

Se ha escuchado un tiroteo,
han muerto tres de los
malos, si las cuentas no me fallan,
han quedado dos de los buenos.

Y yo me vuelvo a preguntar,
aquí dónde están los malos,
me habré yo equivocado,
si no veo nada más que buenos.

Porque los malos se han escondido,
se han camuflado,
entre lo malo y lo bueno,
y yo me pregunto ahora,
qué fue lo que hicieron los malos,
qué fue lo que hicieron los buenos.

Aquí se ha injertado,
lo malo con lo bueno,
espigas que eran muy malas,

han agarrado en lo bueno.

Todo se ha ligado aquí,
se ha hecho una piriñaca,
y ahora no se sabe quiénes son los malos,

ni quienes son los buenos.

Pero vamos a resumir
cuentas, los malos serán siempre malos,
y los buenos serán siempre buenos,
lo que no tenía que haber,

entre los malos los buenos.

Estamos equivocados,
los que hicieron injertos,
para sacar frutos buenos,
los han sacado podridos,
los vivos serán siempre vivos,
los muertos estarán siempre muertos.

© José Corrales Ardila

Foto: © Jesús Benítez

1 comentario:

  1. LA GRANDEZA HUMILDE

    El paso de los años, va dejando un rastro, cada vez más fino, delicado y sutil, en la memoria. Tendemos a recordar, selectivamente, por la trascendencia de los hechos y la repercusión de nuestro tránsito humano, en lo físico y lo divino. Personalmente, por ese proceso selectivo, o quizás por las contadas neuronas de mi cerebro, tengo tendencia a filtrar con cuentagotas aquello que merece el paso a ser un recuerdo imperecedero, relevante. En mayor medida, suelo quedarme con las materias sensibles, aquellas que afectan al alma.
    Este detalle de halagos que has hecho hacia mí, querido Pepe, en tu Blog, lo pondré entre los presentes más valiosos que atesoro de seres queridos, trascendentales. Qué puedo decir de ti, que no tengan miles de personas en su memoria, en sus recuerdos, en sus corazones. Eres la grandeza humilde personificada, real, viva. Te has construido y sigues construyéndote a ti mismo. Tus pasos en la vida van dejando una sombra muy alargada, que deja huella. Ejemplo en vida, que no todos aprovechan su sabiduría y afecto. ¡Ay si el pueblo de El Bosque tuviese a algunos más con tu entidad y neuronas dinamizando y oxigenando la vida pública…
    Pero tú, querido Pepe, José Corrales Ardila, tienes tu horizonte muy claro, despejado, pese a las barreras arquitectónicas y de villanos inmisericordes. Adelante amigo, escribe, escribe, cuéntalo todo y más ¿Sabes el mérito que tiene tu expresiva riqueza genética? No la abandones, ponla en práctica cada día, que aquí estoy yo para poner mi humilde hombro, hasta que salgan a la luz tus versos de estrellas.
    Como humilde regalo y reciprocidad, por tus palabras cariñosas hacia mí y por la eterna amistad que nos profesamos, te hago llegar este poema que compuse a los 14 años y que, muy bien, nos sigue reconociendo a los dos entre sus líneas. El tiempo mantiene nuestros perfiles de honestidad, ética y dignidad:

    Conozco a un hombre
    que no es agencia de histerias,
    tenía la ilusión de versar en las paredes,
    y se reía la gente.

    Recuerdo a un hombre
    que escalaba el blanco,
    de las calles ya muertas,
    y se reía la gente.

    Añoro a ese hombre
    que veía más allá
    de un límite sin estrellas,
    y se reía la gente.

    Lloro por ese hombre
    que amaba la vida,
    ésa que se quedó en la selva y las cavernas,
    y se reía la gente.

    Me arropo por ese hombre,
    que en la noche buscaba el frío
    para encontrar el calor, el sol,
    y se reía la gente.

    Me araño por ese hombre
    que se perdió en un verso,
    un epitafio de estrellas y blanco,
    escuchando las risas de la gente.

    Me apuñalo por ese hombre
    que luchó contra las luchas
    y encontró su propio sino,
    y aún se reía la gente.

    Siempre a tu lado, con cariño y admiración, tu amigo,

    Jesús Benítez
    El Bosque, 12 de octubre de 2010

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